miércoles, 4 de noviembre de 2009

Entrevista a Gregorio Mendoza Chande, escritor del título "De regreso del país de la muerte".

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Día de Muertos.

Nosotros ayer celebramos no precisamente a la Muerte, sino celebramos a los Fieles Difuntos, porque son los que nos esperan, con los cuales nos habremos de reunir.

Este concepto de la Muerte es un concepto tan antiguo como el mismo pensamiento.

Imaginemos que el niño recién nacido lo primero que hace es fortalecerse así mismo y empieza a caminar, para luego comenzar a balbucear, hasta que logra crear palabras y cuando finalmente se completan estos dos procesos es que el niño comienza a pensar y se comienza a cuestionar “¿Por qué llueve? ¿Por qué el perro ladra? ¿Por qué mi papá va a trabajar?”

El niño empieza a tener un desarrollo que termina con el desarrollo intelectual y comienza a ser, lo que el primer hombre, dentro de su proceso de evolución, hizo: preguntarse qué sucedía, por qué llovía, por qué nacía, por qué moría y hacerse todos estos cuestionamientos básicos y el cuestionamiento sobre la muerte es un cuestionamiento sempiterno, es primigenio, ¿por qué? Porque si nos remontamos a la Europa del neolítico, podemos ver cómo las comunidades antiguas se relacionan en torno de la vida y la muerte. Porque la vida comienza en la primavera cuando surgen los deshielos que inundan los ríos y que hacen feraces las tierras y entonces puede generarse vida y durante todos esos meses y hasta el mes de octubre, noviembre, aproximadamente, es que se hace la cosecha para levantarse en estos meses y finalmente en el mes de diciembre llenarse los graneros, porque el clima ha cambiado drásticamente, los ríos se han secado, los árboles se le han caído las hojas, solamente sobreviven los pinos y se cubren de nieve y esto simboliza muerte. El hombre antiguo estaba tan relacionado con la vida o con la muerte, como con su medio y en base a él era al que actuaba, se programaba con él. En diciembre, el 24, el término del periodo solar para que iniciara el periodo lunar, que era un periodo de muerte, donde la noche era más larga que el día, y por ende se sumían en las tinieblas y era el momento en que regresaban los muertos. Estos tres, cuatro meses que dura el invierno crudo en las partes norte del continente estaban identificados con este tipo de creencias.

¿Cómo son estas creencias de este lado del mundo?

Nosotros que somos más ecuatoriales no tenemos tanto contacto con estos climas tan extremos, sí experimentamos el frío y en algunos estados de la república inclusive algunas nevadas, pero no son tan cruentas como las que se escenifican en el norte del continente; sin embargo la forma de actuar y proceder tiene una reminiscencia de estos sectores, lugares sobre el concepto de la muerte. Podemos retrotraernos al periodo de las culturas antiguas, prehispánicas en México, donde el concepto de la muerte es muy distinto al concepto que tenemos nosotros hoy en día, pues ellos concebían a la muerte como morir para renacer, mientras que el cristianismo concibe la muerte como un salto a otra vida, es decir se termina la vida corpórea y física y saltas a una vida espiritual, mientras que el concepto prehispánico, como los aztecas y mayas y demás culturas entrelazadas entre sí, su concepto era que solamente se muere para que se viva nuevamente, es decir, es un concepto cíclico que también aparece en la India, en la China, en las culturas antiguas.

¿Por qué escribir tu libro De regreso del país de la muerte?

De regreso del país de la muerte es una metáfora, porque realmente el país de la muerte existe, pero existe dentro de nuestra mente. El país de la muerte, más que un lugar es una actitud de las personas, cuando éstas dejan de tomar decisiones y permiten que otros decidan por ellos mismos; en este sentido, la persona va perdiendo el control de su vida. Creo que el don más grande que Dios, la deidad en que cada uno crea, pueda recibir es la libertad. Entonces la libertad de tomar o no decisiones es la que puede generar problemas y conflictos tan grandes como depresiones y suicidios.

Hay que tomar decisiones, sean buenas o sean malas, pero hay que tomar decisiones; porque en ese sentido la persona va generando su propia autoconfianza, va generando su propio camino y no hay reproches como “cuando yo era chico, mi papá me decía qué tenía qué hacer, qué tenía que estudiar, donde tenía que jugar, a quién le tenía que ir”, todo este tipo de cosas.

Poco a poco las dudas, la falta de tomar decisiones se va inmiscuyendo en la vida de cada uno de nosotros de una manera muy sencilla y muy sutil. Desde que en algún momento, por ejemplo, en alguna fiesta no nos decidimos o no nos animamos a sacar a esa muchacha a bailar, desde ese momento, eso se va proyectando poco a poco y va generando personas a los treinta o cuarenta años, solitarios, porque de alguna manera decidieron que no lo iban a hacer.

En nuestra sociedad el miedo al rechazo y el miedo a la burla son determinantes. Nadie quiere hacer el ridículo. Todos le sacan la vuelta a la responsabilidad.

El País de la Muerte es cuando una persona, la que sea, ha dejado de tomar decisiones que sólo él y únicamente él y nadie más debe y puede tomar; entonces ha permitido que una sociedad, que una religión, que un trabajo, que un jefe, que fulano de tal tome esas decisiones por él. Entonces este individuo, quien debio de haber tomado las decisiones está siendo manipulado y manejado por una sociedad, que inclusive le dice que debe de trabajar toda la semana y que el fin de ésta qué debe de hacer con el dinero que gana, a dónde debe de viajar, qué música escuchar, todo este tipo de cosas. En este sentido, este individuo ha dejado de tener el control de su vida y la ha puesto en manos de otros factores importantes, de otras creencias, e inclusive de otros dioses y todo esto es lo que lo lleva al País de la Muerte. Una persona que no toma buenas decisiones de su vida, sean buenas o malas, es una persona que está en el País de la Muerte.

¿Este libro te implica algo a ti en particular, en lo personal?

Claro que sí. Yo también estuve en el País de la Muerte. Yo también en algún momento dejé de tomar decisiones. Permití que algo o alguien decidieran por mí. Caí en depresiones y cuando en algún momento estuve en una parte muy aguda de alguna depresión y pude salir de esta depresión, entonces pensé que si yo había podido salir de estas, mis depresiones, si yo había podido pensado, utilizado mi mente, que no está hueca, ahí pude resolver estas situaciones, más personas lo podían hacer y que si había andado por este camino, y lo mejor que podía hacer era, es compartir ese camino. No es un mapa donde dice dónde te debes de parar y hacia dónde debes de ir. Es un relato de un camino que yo seguí y que las demás personas, si así lo desean, lo pueden hacer también.

¿De qué trata este libro?

Este relato es un viaje al epicentro de los problemas, que es la mente misma. Es un retrotraerse a la región donde se general los problemas, porque ahí, también se generan las soluciones… sólo hay que hacer funcionar el motor en el sentido inverso al que generan los problemas. La mente tiene la capacidad de meternos en los problemas que menos podemos imaginarnos, pero también tiene la capacidad de sacarnos de ellos. La mente más que de operaciones o medicamentos, lo que necesita es de ideas, de conocimiento, de información, para que la mente se encargue de procesar. Si le ponemos información de calidad, entonces la mente podrá procesar ideas, también, de calidad. La idea es la parte final de un proceso de pensamiento que concluye exactamente con una idea. A veces es buena, a veces es mala, a veces regular; pero ideas al final de cuenta. Es decir, puntos de partida para intentar solucionar los problemas.

El no procesar la información, no tomar decisiones de acuerdo a esta etapa de procesamiento te lleva a este País, pues no se involucra en su propio existir, qué esperar del exterior. Tiene las cosas procesadas. Todo está listo para actuar de acuerdo a lo ya procesado y esto le provoca dejar de pensar, dejar de tomar decisiones y esto provoca tener una mente “obesa”, una mente “ociosa”, “parasitaria”, que toma todo hecho y ese es el tipo de mentes que abundan en nuestra sociedad, por lo tanto es importante romper con esta actitud, con este círculo vicioso.

Mi libro no son procedimientos a seguir, mucho menos una receta de cocina, porque simple y sencillamente la mente humana reacciona de manera distinta en las mismas circunstancias; es decir que una persona y otra, ante las mismas circunstancias, pueden reaccionar de manera muy distintas. Por ejemplo, una persona está estática en la vía pública y en su momento, grita o hace un movimiento violento, ante esto, algunas personas gritan, algunos lloran, algunos ni se inmutan e inclusive, hay quienes reaccionan agresivamente.

Mucha importancia tiene la capacidad de observar cada momento de tu propia vida. Lo que expongo en mi libro, más que ciencia o más que grandes anécdotas, es la reflexión de mi vida. Yo creo que llegué a una solución de mis problemas de una manera muy sencilla y esa es la gran diferencia: queremos solucionar los problemas que ya se han generado de una manera muy complicada.

Por ejemplo, si yo me he metido en un problema tan grande como estar en una depresión e inclusive haber intentado suicidarme, ¿cómo voy a solucionar mi problema leyendo 15 ó 200 páginas de este libro? Pero yo no les garantizo nada, porque no gusto de así hacerlo. La mente de cada quien es muy individual y cada quien sabe lo que hace con ella; pero sí les comento lo que puede ayudar a cambiar tu vida, ni siquiera son las 200 páginas, quizás sólo puede hacer la portada del libro; pero lo importante es la disposición de escuchar el momento.

Pueden adquirir mi libro por medio de solicitud a mi correo personal, el cual es deregreso68@yahoo.com o en librerías Gonvill.

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